Capítulo 1: Amigos desde la infancia.
Eran los últimos días para
acabar el primer trimestre del instituto, los exámenes estaban por caer y Mario
estaba muy agobiado por todas las tareas de las asignaturas, trabajos de
lectura y todo lo que suele ser un auténtico coñazo para cualquier estudiante, por suerte sabía que después de ese
tiempo de martirio y sacrificios llegaban las vacaciones de Navidad, un gran
regalo para relajarse y dejar descansar la cabeza.
-Hola
Mario, ¿qué tal te ha ido el examen? - le preguntó una chica
con una sonrisa de oreja a oreja, y una voz muy agradable cada vez que la escuchaba.
-Hola
Ryan, la verdad me ha ido bastante bien, gracias - le respondió, con una sonrisa
y sintiéndose como cada vez que estaba al lado de ella, el corazón se le
aceleraba, la respiración se le agitaba, y le era muy difícil no perder la calma a su lado.
Se conocían desde
hacia ya unos años y aunque siempre se habían apoyado en todo, con la edad
empezó a imponerse
un sentimiento de incomodidad de parte de ambos, algunas veces hasta se creaba
un ambiente con un silencio tan tenso que Mario sentía iba a resquebrajarse si no ponía algún de tema de
charla. Ambos sabían los sentimientos hacia el otro o al menos los intuían, pero
ninguno de ellos había sido capaz de expresarlos al otro.
Habían sido
muchas veces los intentos de Mario, muchas las horas practicando como un tonto
delante del espejo del baño, buscando la manera de decírselo a ella, pero la cosa cambiaba
enormemente al estar frente a ella, se le hacía un nudo en el estómago y su voz
quedaba completamente paralizada por el pánico que sentía su
conciencia, con la posible negativa siempre presente.
-Que
bueno - le felicitó, apartando momentaniamete la mirada de Mario, por intentar controlar
sus nervios - oye, ¿te...te gustaría que hiciéramos...algo...estas navidades? - le preguntó, sintiendo que el corazón se le iba a
salir de la boca, haciendo callar la vocecilla de su cabeza que le decía << por fin te atreviste tía, ha sido tan difícil?>>.
-¿Los dos?... - preguntó, <<¡¡eres idiota!!>> se etiquetó en su mente,
<<y qué lo digas...debería darte vergüenza que te
lo haya pedido ella, pero que ahora encima preguntes cosas tan estúpidas>> le dijo una vocecilla de
su subconsciente - quiero decir...sí...sí me encantaría - Mario nunca lo pasaba tan mal, como tener que hablar con Ryan a
solas, esa tensión, todos esos nervios le volvían los minutos al lado de ella
eternos.
-¿Me das tu número de teléfono?, es que
perdí el móvil y como no había guardado ningún número en la tarjeta SIM, perdí todos los contactos - inquieta pues
podía notar la
tensión de su
compañero y de la forma en que la miraba, sabía lo que le hacía sentir a su
amigo, pero la desesperación de que se lo confesara y no era así, con cada encuentro iba en
aumento.
-Aahh,
si claro - los nervios a flor de piel le hacían actuar más rápido de lo que quería su cuerpo,
al intentar coger el móvil de su bolsillo, se le resbaló de los dedos cayendo al suelo -
joder que patoso - se sonrojó agachándose inmediatamente a recogerlo, <<quieres tranquilizarte de una vez, estás haciendo el ridículo>>, intentando callar a esa vocecilla de dentro de sí, que no
hacia más que empeorar las cosas.
-No pasa
nada - le intentó tranquilizar con una sonrisa <<menudo
tío del que te has enamorado, mejor sería que te buscarás otro>> - no te lo sabes de memoria? - añadió, lo que resultó ser otro golpe
más en su
orgullo de hombre, <<lo ves, ni había caído en ellos,
ni sabe siquiera su número>>, intentando Ryan pasar de las regañinas de su conciencia sobre que
chico le conviene.
-La
verdad es que no - admitió avergonzado, buscó en sus contactos en la letra "Y", por el nombre de
"Yo" y enseguida se lo dio a su amiga, <<¿pueden haber
salido las cosas peor?>>, se preguntó, imaginándose a su Mario
interior apretándose la cara con un cojín.
-Gracias,
pues yo te llamo y quedamos, te parece bien? - le preguntó, recordando
lo patoso que siempre había sido Mario desde pequeño y lo tímido e inseguro, <<vale, lo admito, algo mono si que
es, pero ¿desde cuándo es la tía que planea
las citas?, debería preguntartelo
él, se que te gustaría que fuera así>>.
-Muy bien - le dijo
secamente y con esa sonrisa forzada, pues ya ese día no podía haber metido más la pata y sólo deseaba que
la tierra se lo tragase - saluda a tus padres de mi parte - añadió, <<creo que será mejor que te despidas y te vayas a casa a
poner tus ideas en orden>>, y por una vez creía que era
mejor hacer caso a su pesada vocecilla de Don Juan.
Ese
silenció incómodo que tanto había querido
evitar se había echo presente y se encontraba en medio de ellos, ambos se habían quedado mirando
al otro con una sonrisa, aunque eran muchas las ganas de abrazarla como solía hacer siempre,
esta vez en su interior estaba todo tan revuelto y confuso que no le pareció buena idea, después de esas torpes
respuestas y sus ridículas maneras de actuar por dejarse llevar por los nervios, sólo deseaba
llegar a casa y encerrarse a su habitación para disponerse a recordar y
criticar su manera de ser.
-Bueno,
hasta luego Mario - despidiéndose de él y suspirando por dentro, viendo lo duro que le resultaba poder conseguir
que su compañero de la infancia se soltara aunque fuera un poquito, <<que es lo que te esperabas de alguien
como Mario, es muy buen chico pero si no das tu el primer paso seguro que no
pasará nada entre vosotros>>, podía ser qué su chica revoltosa y juguetona que escondía en su
interior tuviera razón, debía ser ella la que diese el primer paso, <<o eso o es gay el pobre, si fuera así menudos gustos tendrías>>, gay?!, Mario?!...no, no era eso, estaba segura...almenos aun...digamos
60%.
Mario la
vio bajar las escaleras y se sentía fatal por dentro y muy decepcionado consigo mismo, pues no entendía dónde se iba su
valentía y corage
por decirle las cosas a Ryan, su cuando la tenía al frente se acobardaba, <<si siguieras tus impulsos alguna
vez, sabes que siempre te pasa lo mismo y sigues igual, si no te va a comer...y
si no quieres acabar virgen el resto de tu vida más te vale espabilar>>, aunque
odiaba que su Don Juan interior lo machacarse continuamente, razón no le faltaba,
si quería de verdad a Ryan, tenía que cambiar esa forma de ser tan cerrada.
Siempre
había estado enamorado
de ella y siempre estaba esperando que fuera ella la que un día le pidiese
por salir, pues tenía la absurda esperanza de que fuera igual de lanzada que lo era de pequeña,
cuando le hizo prometer si se casaría con ella y él aceptó sin dudar, ¿se acoradaría de ese día que estaban en el parque jugando, de esa promesa que le hizo?,
aunque era consciente de que a su edad no era todo tan fácil como lo
era todo de pequeño, esa absurda promesa siempre le había animado a esperar que Ryan le
confesara lo que sentía, pues él no se veía con corage para hacerlo ahora...<<por dios ese recuerdo no...madura de una vez...y ten cojones
tal y como te dijo Jesús
ayer>>...como envidiaba a su amigo, ojala
hubiera nacido de la misma forma de ser, de esa seguridad que reluce siempre y
que gusta tanto a numerosas chicas, sin importarle un rechazo, sin miedo a un
no...aunque lo que les diferenciaba es que Jesús lo hacia como disfrute y nada más, él estaba
enamorado.
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