Iba a la caza de las bellezas del mundo animal. Se levantó y
lavó la cara. Como todos los días, se miró al espejo y se repugno de su propia,
imagen, se sentía desgraciado, porque desgraciado era, perder la riqueza
material es fácil de superar, perder la riqueza de tu alma era algo más
difícil, el alcohol no podía ahogar esas pesadillas que noche tras noche no le dejaban abrirse a la felicidad y le
amargaban la existencia. Su piel morena marcaba como líneas de fuego oscuro las
distintas cicatrices que solo acentuaban su edad. Ya no tenía esa energía que
latía de joven en sus venas. Los jóvenes músculos se habían tersado como el
cuero viejo con el paso de los días expuesto a los elementos. Ya se veían
arrugas en los ya anticuados tatuajes que decoraban las distintas partes de su
tronco...los símbolos del honor y la venganza lucían imponentes, eran una
lección de vida para él y para todo quién apreciase su entramado de líneas
negras. Irremediablemente el tiempo pasaba, minuto a minuto y los cachorros
crecían y tarde o temprano vendrían a sustituir a los viejos lobos como él.
La vida es dura y los chavales son de arcilla, les haría
falta muchos golpes y la abrasante luz del cruel sol para moldear y endurecer
su cuerpo y su psique, risueño y vibrante, creyendo que con su efímera
imaginación podrían crear un castillo de ilusiones que se volvería real y les
daría la felicidad, cuanto antes dejaran de pensarlo mejor para todos, porque
los sueños son solo eso, sueños. Lo más importante era no ser demasiado duro
como para que un golpe en el camino te rompa en mil pedazos y no puedas volver
a reconstruirte, porque a aquellos que les pasaba el destino ya no les deparaba nada bueno, ya
no había retorno, ya solo queda la resignación.
Su padre solía contarle historias….historias sobre gente que
podía o no existir, de lugares remotos y criaturas de mito. Él, ávido de
aventuras y curioso de corazón decidió que de mayor se dedicaría a vivir, a
vivir lo suficiente como para convertirse en el protagonista de una de esas
historias. Porque algún día le gustaría vestir de sedas y andar tras la caza de
un malvado dragón, tener duelos a muerte con algún enemigo venido de los
arenales del Este. Sentir el viento de alta mar recorrer los mechones de su
rubia melena y pelear a golpe de sable por ser el rey de alguna remota isla con
increíbles secretos esperando a ser desvelados.
Con subir a lo alto y
ser recordado como el héroe que se creía. Pero los sueños son solo eso, sueños.
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