jueves, 20 de marzo de 2014

Capítulo 6 (La última palabra)


   Capítulo 6: Algo no pinta bien

Me despierto muy acalorado, he tenido una pesadilla y estoy sudando.Veo que son las 11:00 de la mañana y pienso en ir a entrenar, pero me duele todo y no soy capaz de levantarme de la cama, por lo que intento descansar.Justo en el momento en el que me voy a dormir entra Hurley por la puerta y me dice con su típico tono alegre y con una sonrisa arrogante, que a mi parecer, es normal en la gente que ha sido guapa desde su niñez.- Buenos días dormilón, ¿Qué tal has dormido?- Yo me calló y decido que no contestaré esa pregunta, sino que le digo.- Me duele todo Hurley tienes alguna pasti…- Me detengo porque veo que Hurley saca una especie de aerosol, me explica que sirve para los cuerpos doloridos.
Menos de 10 segundos después de haberme rociado con el me siento como nuevo y ahora, mi única preocupación era Cloe. Pregunto a Hurley como esta, y el parece que se alegra por la pregunta, puesto que contesta.-Esta como una rosa, tiene mucha fuerza de voluntad, ya no tiene fiebre y esta desayunando con Susan - Tras esta contestación mi expresión cambia junto a mis ojos, ahora de un color morado cerca de la pupila y entre azul y rojo por el alrededor del iris, y decido, sin tan siquiera preguntar a Hurley, bajar.
Nada más entrar en el comedor del hotel, divisó entre toda la gente a Susan, la cual está de pie y se la ve la cabeza por encima del resto de la gente. Al llegar veo que es que estaba haciéndole una demostración a Cloe  de cómo distribuir el peso en los esquís, pero, en cuanto miro a Cloe noto algo diferente, rasgos en ellas que a vista de cualquier otra persona, no son apreciables, pero yo me fijo y sé que su sonrisa no es la de siempre y que no mira con la dulzura que la caracteriza, pese a eso, me acerco como si nada ocurriera y las saludo y ella Susan nada más verme exclama.- ¡Menudos dos estáis hechos! Ha pasado menos de un día y ya os habéis recuperado de una conmoción y una enfermedad, ¡Eso me gusta chicos!- Al oír esto sonrió mirando a Cloe, pero no me devuelve la mirada.
                             

Estamos de nuevo en la nieve, el ejercicio de hoy es relajado y sirve para fomentar el reflejo. Hurley y Susan se encargan  de lanzarnos discos a diferentes partes del cuerpo y nosotros tenemos que esquivarlos mientras bajamos ladera abajo. Empezamos a descender y nada más empezar veo que Cloe sorprendentemente ha adquirido un muy buen nivel de esquí y cae como una bala colina abajo evitando, sin tan siquiera mirar, los discos que lanzan Susan y Hurley y en cuestión de segundos veo que ha llegado sin ningún problema al final de la ladera. Yo, sin embargo, avanzo torpemente esquivando como puedo los discos y recibiendo golpes de otros que no me ha dado tiempo a localizar y tardo más de un minuto en bajar la ladera.Una vez abajo puedo ver las caras de asombro de Susan y Hurley, y me imagino que yo debo tener la misma, puesto que ninguno de nosotros no esperábamos la espelucnante actuación de Cloe, la cual me mira con indiferencia, lo que me sienta mal. Finalmente Hurley sale de su estado de babia y dice.- Muy bien los dos chicos, para ser la primera vez, lo habéis hecho estupendamente, pero sobre todo tengo que decir que me he quedado asombrado de la perfecta ejecución de Cloe en este ejercicio, mis felicitaciones- Tras esto, pienso que está todo dicho, pero aun así quiero felicitar a Cloe, pero cuando me acerco a ella en un rápido gesto se gira dándome la espalda de forma intencionada y me quedo con la palabra en la boca.

El resto de la semana transcurrió sin ningún incidente y tanto Cloe como yo, mejoramos muchísimo nuestra habilidades, sin embargo no he vuelto a hablar con Cloe desde el día del accidente y por primera vez desde que la conozco... temo por nuestra amistad.


Capítulo 2 (Las sirvientas del Mal)

Capítulo 2: Vagabundo, 1ª parte.

El día de las notas llegó y como siempre los esfuerzos dedicados a los libros en esos tres meses, había dado sus frutos, no había suspendido ninguna al igual que su amiga Ryan, que desde aquél patoso día, los encuentros entre los dos a solas habían aumentado.


Para que las cosas volvieran a ser parecidas a como eran antes, ambos habían decidido dar un respiro al otro y actuar como amigos, un acuerdo al que ambos accedieron sin siquiera hablar. Ryan podía notar que Mario era muy reservado a lo que se refiere una relación más personal y quería ayudarle a que él diera el primer paso, Mario sin embargo buscaba la manera de poder expressar sus sentimientos hacia ella, los dos tenían ya 19 años y era hora de echarle cartas al asunto, sin más excusas y posibles reacciones de como pudiera reaccionar ella.

Ese mismo día de ir a buscar el boletín del primer trimestre, en el que los padres de Ryan la esperaban al aparcamiento, Mario la acompañaba al coche caminando por la acera, como de costumbre una vez agotado cualquier tema de colegio se imponía ese incomodo y odioso silenció, creando ese ambiente tan tenso que él precisamente intentaba evitar....por ello reuniendo todo el valor posible y ver que las navidades estaban ya a la otra esquina, comprendió que era la mejor oportunidad para sacar el tema que habían propuesto para quedar, hacia días.

-Ahh...bueno, ahora que ya hemos acabado las clases hasta Enero, te parece bien qué quedemos para hacer algo - le dijo nervioso y con las rodillas a un solo paso para que le fallaran de los temblores que le rrecorrían, imaginando a su yo interior con ojos como platos y sorprendido, <<¡¡¡¿la has invitado a salir?!!!, ¡¡¡tú!!!, dios santo...venga piensa en algo para la cita....deprisa>>.

-Claro - le dijo con una sonrisa de lado a lado, ocultando la sorpresa que le era imposible no mostrar la vocecita que siempre la aconsejaba en todo, <<¡¡¡¿Mario te ha invitado a salir por ahí?!!!, ese chico debe estar enenfermo pero bueno...¡¡¡no te me quedes escuchando a mi, dile algo más>> - ¿dónde te gustaría que fuéramos? - <<así me gusta, tu calladita, que decida él que hacer en la cita, haber si así espabila>>, le decía la Ryan revoltosa, celebrando que Mario se hubiera soltado de una vez, aunque cauta a que no decidiera echarse atrás.

- El cine, ¿te parece bien? - mientras su Don Juan le daba por buena la respuesta, se sentía bastante nervioso, pero parecía controlar la situación hasta ahora, dando gracias a que sólo faltaban unos metros para llegar al coche de los padres de ella.

-Si, me encantaría - le dijo sonriente, viendo como Mario se sonrojaba levemente siendo Ryan consciente de lo nervioso que se debía sentir, siendo para él, la primera vez que proponía algo, pues siempre había sido ella quien le proponía alguna actividad para hacer juntos, los fines de semana o por las fiestas - ¿qué día te iría bien?.

-¿El sábado? - le preguntó - así podríamos ir por la mañana y pasar todo el día juntos, - <<¿todo el día?, ¿no te estarás emocionando demasiado?>>, entendiendo que su cinciencia le advertia, porqué sabía que apenas podía conseguir hablar de algo con ella cinco minutos sin haber un enorme vacío de silencio en el medio, como para pasar directamente a estar todo un día en modo cita.

-Perfecto, ¿quieres que te acompañemos a casa? - le preguntó, preocupada por el tiempo que se avecinaba y admitiendo también porque deseaba pasar unos minutos más con él, pues sentía que esta conversación los había acercado un poco más, lo que lo consideraba una buena señal y el inicio de una día esplendido.

-No gracias, tu vives a la dirección contraria y ya sabes que me gusta caminar, así me da por pensar en mis cosas, pero si quieres nos llamamos entre tanto hasta que llegue el sábado - le contestó sonriente, intentando ser lo más agradable posible con ella.

-Esta bien - le dijo con tono amable, aunque la respuesta la había decepcionado, se imaginaba que le dijera eso, ya se lo había dicho otra veces pero nunca había accedido, exceptuando los días en que sus padres iban a comer en su casa y así pasaban todo el día juntos, aunque debía admitir que tantas veces escuchar su respuesta, tenía mucha curiosidad en que debía estar pensando siempre de camino a casa, que siempre necesitaba andar solo, aunque así como lo conocía, estaba claro el tema en que pensaría hacia su casa hoy, seguro que estaría comiéndose la cabeza en que hacer durante la cita del sábado y aunque falta toda la semana aún, sabía que Mario era de los que le gustaba tener previsto cada segundo de las cosas.

Al ver marchar a su compañera se dispuso a observar las nubes de su cabeza, pues no tenían la pinta de dar muy buen tiempo, al haber la amenaza de lluvia próxima decidió ir lo más deprisa que le dieran sus piernas hacia su casa, antes de quedar empapado, una absurda carrera que se hubiera podido ahorrar si hubiera aceptado la propuesta de Ryan, sino hubiera interferido su absurda timidez de molestar a los padres de ella.

A medio camino de casa y con los truenos ya dando la bienvenida a lo que iba a convertirse en una tormenta, un hombre con aspecto descuidado, ropa sucia y en gran parte descosida y andrajosa, se cubría la cabeza con la capucha de igual aspecto que su ropa, viendo a simple vista que todo su vestuario ya había sufrido mas de dos chaparrones como el que se avecinaba.

El desconocido se puso delante de él, mirándolo con una frialdad que había puesto en alerta todos sus sentidos, un escalofrío recorrió su espalda mientras un sentimiento de lastima y precaución conquistaba el corazón de Mario. La mirada de ese desconocido parecía ser capaz de atravesarlo, como si fuera capaz de ver en su interior algo que el propio Mario desconocía.

En el instante en que Mario decidió por optar lo que le decía su vocecita de que echara a correr y pasar de ese hombre con esa barba sospechosamente bien arreglada, unas manos con gruesos dedos y a la vista ásperas, con las uñas sucias, algo normal en el estado de ese hombre, se extendieron delante de él.

Todo parecía indicar a que era un simple vagabundo normal y corriente, pero la discusión que llevaba mentalmente con su conciencia y su sentido de la intuición, apuntaba a que había algo extraño, algo que no era capaz de ver con sus ojos, como un engaño a sus sentidos, el simple echo de mirar su rostro, le provocaba aquella sensación tan desagradable.


-No te asustes chico, sólo quería pedirte, si serías tan amable de darme algo para comer, ¿podrías darme algo para poder comer?...te estaría muy agradecido - su tono pareciá de un hombre muy amable, lo que sorprendió completamente a Mario, ¿se había dejado llevar por las apariencias del señor?, o verdaderamente había gato encerrado detrás de ese hombre.

sábado, 15 de marzo de 2014

Capítulo 1 (Las sirvientas del Mal)

Capítulo 1: Amigos desde la infancia.

Eran los últimos días para acabar el primer trimestre del instituto, los exámenes estaban por caer y Mario estaba muy agobiado por todas las tareas de las asignaturas, trabajos de lectura y todo lo que suele ser un auténtico coñazo para cualquier estudiante, por suerte sabía que después de ese tiempo de martirio y sacrificios llegaban las vacaciones de Navidad, un gran regalo para relajarse y dejar descansar la cabeza.

-Hola Mario, ¿qué tal te ha ido el examen? - le preguntó una chica con una sonrisa de oreja a oreja, y una voz muy agradable cada vez que la escuchaba.

-Hola Ryan, la verdad me ha ido bastante bien, gracias - le respondió, con una sonrisa y sintiéndose como cada vez que estaba al lado de ella, el corazón se le aceleraba, la respiración se le agitaba, y le era muy difícil no perder la calma a su lado.

Se conocían desde hacia ya unos años y aunque siempre se habían apoyado en todo, con la edad empezó a imponerse un sentimiento de incomodidad de parte de ambos, algunas veces hasta se creaba un ambiente con un silencio tan tenso que Mario sentía iba a resquebrajarse si no ponía algún de tema de charla. Ambos sabían los sentimientos hacia el otro o al menos los intuían, pero ninguno de ellos había sido capaz de expresarlos al otro.

Habían sido muchas veces los intentos de Mario, muchas las horas practicando como un tonto delante del espejo del baño, buscando la manera de decírselo a ella, pero la cosa cambiaba enormemente al estar frente a ella, se le hacía un nudo en el estómago y su voz quedaba completamente paralizada por el pánico que sentía su conciencia, con la posible negativa siempre presente.

-Que bueno - le felicitó, apartando momentaniamete la mirada de Mario, por intentar controlar sus nervios - oye, ¿te...te gustaría que hiciéramos...algo...estas navidades? - le preguntó, sintiendo que el corazón se le iba a salir de la boca, haciendo callar la vocecilla de su cabeza que le decía << por fin te atreviste tía, ha sido tan difícil?>>.

-¿Los dos?... - preguntó, <<¡¡eres idiota!!>> se etiquetó en su mente, <<y qué lo digas...debería darte vergüenza que te lo haya pedido ella, pero que ahora encima preguntes cosas tan estúpidas>> le dijo una vocecilla de su subconsciente - quiero decir...sí...sí me encantaría - Mario nunca lo pasaba tan mal, como tener que hablar con Ryan a solas, esa tensión, todos esos nervios le volvían los minutos al lado de ella eternos.

-¿Me das tu número de teléfono?, es que perdí el móvil y como no había guardado ningún número en la tarjeta SIM, perdí todos los contactos - inquieta pues podía notar la tensión de su compañero y de la forma en que la miraba, sabía lo que le hacía sentir a su amigo, pero la desesperación de que se lo confesara y no era así, con cada encuentro iba en aumento.

-Aahh, si claro - los nervios a flor de piel le hacían actuar más rápido de lo que quería su cuerpo, al intentar coger el móvil de su bolsillo, se le resbaló de los dedos cayendo al suelo - joder que patoso - se sonrojó agachándose inmediatamente a recogerlo, <<quieres tranquilizarte de una vez, estás haciendo el ridículo>>, intentando callar a esa vocecilla de dentro de sí, que no hacia más que empeorar las cosas.

-No pasa nada - le intentó tranquilizar con una sonrisa <<menudo tío del que te has enamorado, mejor sería que te buscarás otro>> - no te lo sabes de memoria? - añadió, lo que resultó ser otro golpe más en su orgullo de hombre, <<lo ves, ni había caído en ellos, ni sabe siquiera su número>>, intentando Ryan pasar de las regañinas de su conciencia sobre que chico le conviene.

-La verdad es que no - admitió avergonzado, buscó en sus contactos en la letra "Y", por el nombre de "Yo" y enseguida se lo dio a su amiga, <<¿pueden haber salido las cosas peor?>>, se preguntó, imaginándose a su Mario interior apretándose la cara con un cojín.

-Gracias, pues yo te llamo y quedamos, te parece bien? - le preguntó, recordando lo patoso que siempre había sido Mario desde pequeño y lo tímido e inseguro, <<vale, lo admito, algo mono si que es, pero ¿desde cuándo es la tía que planea las citas?, debería preguntartelo él, se que te gustaría que fuera así>>.

-Muy bien - le dijo secamente y con esa sonrisa forzada, pues ya ese día no podía haber metido más la pata y sólo deseaba que la tierra se lo tragase - saluda a tus padres de mi parte - añadió, <<creo que será mejor que te despidas y te vayas a casa a poner tus ideas en orden>>, y por una vez creía que era mejor hacer caso a su pesada vocecilla de Don Juan.

Ese silenció incómodo que tanto había querido evitar se había echo presente y se encontraba en medio de ellos, ambos se habían quedado mirando al otro con una sonrisa, aunque eran muchas las ganas de abrazarla como solía hacer siempre, esta vez en su interior estaba todo tan revuelto y confuso que no le pareció buena idea, después de esas torpes respuestas y sus ridículas maneras de actuar por dejarse llevar por los nervios, sólo deseaba llegar a casa y encerrarse a su habitación para disponerse a recordar y criticar su manera de ser.

-Bueno, hasta luego Mario - despidiéndose de él y suspirando por dentro, viendo lo duro que le resultaba poder conseguir que su compañero de la infancia se soltara aunque fuera un poquito, <<que es lo que te esperabas de alguien como Mario, es muy buen chico pero si no das tu el primer paso seguro que no pasará nada entre vosotros>>, podía ser qué su chica revoltosa y juguetona que escondía en su interior tuviera razón, debía ser ella la que diese el primer paso, <<o eso o es gay el pobre, si fuera así menudos gustos tendrías>>, gay?!, Mario?!...no, no era eso, estaba segura...almenos aun...digamos 60%.

Mario la vio bajar las escaleras y se sentía fatal por dentro y muy decepcionado consigo mismo, pues no entendía dónde se iba su valentía y corage por decirle las cosas a Ryan, su cuando la tenía al frente se acobardaba, <<si siguieras tus impulsos alguna vez, sabes que siempre te pasa lo mismo y sigues igual, si no te va a comer...y si no quieres acabar virgen el resto de tu vida más te vale espabilar>>, aunque odiaba que su Don Juan interior lo machacarse continuamente, razón no le faltaba, si quería de verdad a Ryan, tenía que cambiar esa forma de ser tan cerrada.


Siempre había estado enamorado de ella y siempre estaba esperando que fuera ella la que un día le pidiese por salir, pues tenía la absurda esperanza de que fuera igual de lanzada que lo era de pequeña, cuando le hizo prometer si se casaría con ella y él aceptó sin dudar, ¿se acoradaría de ese día que estaban en el parque jugando, de esa promesa que le hizo?, aunque era consciente de que a su edad no era todo tan fácil como lo era todo de pequeño, esa absurda promesa siempre le había animado a esperar que Ryan le confesara lo que sentía, pues él no se veía con corage para hacerlo ahora...<<por dios ese recuerdo no...madura de una vez...y ten cojones tal y como te dijo Jesús ayer>>...como envidiaba a su amigo, ojala hubiera nacido de la misma forma de ser, de esa seguridad que reluce siempre y que gusta tanto a numerosas chicas, sin importarle un rechazo, sin miedo a un no...aunque lo que les diferenciaba es que Jesús lo hacia como disfrute y nada más, él estaba enamorado.

miércoles, 19 de febrero de 2014

Renacer

Renacer
Tengo frío. Pese a tener una manta cubriéndome, el helado entorno que me rodea es más poderoso. Pestañeo. Ahora tengo calor, mucho calor. A mi alrededor solo hay metros y metros de desierto. Estoy sudando, pero pese a eso, noto que mis pies siguen fríos. Una fuerte luz traspasa mis párpados y despierto. Veo que mis pies están fuera de la sábana, me he movido mucho esta noche. Mi hermano mayor está abriendo las ventanas, dejando que entre la luz del Sol y una brisa mañanera muy agradable. Me siento en la cama. Mi hermano mira por la ventana, parece que me intenta evitar, por lo que decido ir yo a saludarle. Me levanto de la cama de un salto y espero a que mis pies toquen el suelo…pero eso no pasa. Miro hacia arriba y veo mi habitación, alejándose. Estoy cayendo, muy rápido, demasiado rápido, como si la gravedad hubiese cambiado. Choco con algo blando y me quedo ahí, inmóvil. Una sensación de impotencia me invade. No puedo moverme, pero mis ojos lo están viendo todo. Un montón de pies se pasean enfrente de mí; estoy en el suelo de la calle, veo miles de personas, que pasan junto a mí, pero nadie me ayuda. Empiezo a oír unas fuertes pisadas y unos zapatos conocidos se acercan a mí. Mi hermano me levanta suavemente, ahora a penas peso. Mi hermano me suelta. Estoy flotando, subo; subo; intento parar, pero algo no me deja, me sujeta por el brazo y me impide bajar. Intento girarme para ver qué es lo que me oprime, pero me suelta. Caigo en mi cama, todo gira a mi alrededor y cierro los ojos.
Estoy en un velatorio. Mi hermano está en un ataúd. Me acerco a él, quiero despedirme. Me arrodillo para darle un beso en la mejilla y cuando le toco, mi hermano abre la boca y me traga. Un destello blanco me ciega. Me froto los ojos y veo una habitación, sin puertas, solo hay un espejo. Miro en él, pero no salgo reflejado yo. Una discusión entre mis padres está invadiendo el espejo. Oigo las palabras “Muerte” y “Depresión”. Algo me empuja y me meto en el espejo. Mis padres no me ven, no me oyen, no me entienden… Decido ir a mi habitación, y veo a alguien, en mi cama. Me fijo en esa persona y me doy cuenta, soy yo; estoy en la puerta, de pie, pero también estoy en mi cama, llorando. Lucho por acercarme pero no puedo, el poco espacio que había entre mí mismo está alargándose. Corro, pero ya no veo la cama. Estoy  en penumbras, corriendo por lo que parece ser un pasillo kilométrico. Siento que si me paro sufriré, así que continúo. Un agujero se abre a mis pies y de nuevo estoy cayendo.
Un zambullido me activa; me estoy ahogando, no puedo salir del agua. Noto que me quedo sin aire, algo me presiona el pecho fuertemente y no puedo respirar. Una ola me arrastra y respiro aliviado. Estoy andando. A mi alrededor no hay más que oscuridad. Sigo andando. Alguien grita, pero sigo andando. Es un niño; está buscando a su madre. Corro hasta él, voy a cogerle en brazos, pero algo me empuja y me lanza contra el niño.-¡Mamá!-.Grito.-Mamá, ¿Dónde estás?-. Estoy andando por un parque, no encuentro a mi madre.-¡Mamá!-. Miles de mujeres se agolpan delante de mí, me dicen que son mi madre, pero yo sigo andando. Tropiezo con una piedra y caigo de frente. Reboto en mi cama y caigo rendido.
Mis ojos no quieren abrirse, pero les obligo a ceder. Estoy en mi habitación. Todo está en su sitio. Pero el aire que respiro se hace más pesado y mire a donde mire, lo veo todo de colores azules y grises. Los muebles empiezan a derretirse y un etéreo pensamiento se posa sobre mi cabeza.-Solo es un sueño-. Me limpio los ojos con la manga y miro a mi alrededor, todo sigue de los mismo y deprimentes colores que hace un rato. Repaso todos los sueños que he tenido hasta ahora en busca de una solución. .-Morir-. Pronuncio. En un sueño no se puede morir, es la única forma de escapar de este infierno. Me levanto de la cama y temo volver a caer, pero esta vez el suelo se mantiene. Ando de puntillas y todo vuelve a empezar a derretirse. Respiro fuertemente con la nariz y ando por el inmenso pasillo que me llevará a la cocina. Fijo mi mirada al cuchillo más afilado y me concentro en su brillo metálico. Sin más dilaciones lo cojo y decido clavármelo en el pecho, esperando que algo me detenga.

Unas cuantas gotas caen al suelo, de repente, todo vuelve a ser de su color original y mi respiración se acelera. Un grito desgarrador me sale de dentro e invade la inmensa casa. Me saco el cuchillo y caigo al suelo. Las gotitas se han convertido en un charco y noto como me empapan el pijama. Apoyo la cabeza en el suelo de losas marrones y oigo a mis padres, entrando en la cocina, mi madre me grita, pero no la oigo. Solo intento mantener abiertos mis ojos, pero mis esfuerzos son en vano. Lucho por respirar, pero no puedo, y de nuevo…tengo frío.

lunes, 17 de febrero de 2014

Capítulo 2 (ETERNIDAD)

CAPÍTULO 2

  Aún me siento nerviosa por la sensación de anoche y, por eso,  por más que intento concentrarme, no lo consigo.
        -      Date prisa  - Elizabeth me está mirando desde la puerta y susurra nerviosa. Al  ver que no reacciono se acerca y me pellizca.  
        -      ¿Te quieres dar prisa?   - dice enfadada.
        -      Oye, podrías hacer tu algo, que ha  sido idea tuya  - digo mientras me froto el brazo y frunzo el ceño. A veces no puedo creer la cara que tiene.
        -      Ya, Dana, pero si te pillan a ti no pasa nada.  - dice mientras sonríe y vuelve a asomarse por la rendija de la puerta para asegurarse de que no viene nadie.
        -      Sí, nada menos que una encantadora  semana de castigo fregando suelos. No hay                 que olvidar  la bronca que me echara Erina  -  digo mientras pongo los ojos en blanco.
  Erina es la jefa del servicio. Por lo general es encantadora, pero cuando se enfada puede ser muy cabrona y tener demasiada imaginación. Normalmente cuando me castiga, me suele mandar a encargarme de la limpieza, comodidad y bienestar del príncipe Eric y sus aposentos, persona a la que yo odio profundamente. Ella lo sabe, aunque está empeñada en que hacemos una buena pareja y me tortura con ello cada vez que me castiga. El sentimiento de odio entre Eric y yo es mutuo, asique esa semana me toca trabajar el doble para complacer al principito y él se lo pasa de lo lindo. No le puedo explicar a Elizabeth todo esto porque ella también está empeñada en emparejarme con su hermano, cosa imposible por diversas y notorias razones, y se aseguraría de que me castigaran normalmente además de idear planes malvados con Erina. Asique me limito a decirla que me toca fregar suelos y evito problemas.  Y bueno, os preguntareis, ¿Cómo es el encantador príncipe Eric, con quien estas dos intentan emparejarme? Es el típico miss perfecto.  Es guapísimo, esta buenísimo y es bueno en todo lo que hace; bueno, más que bueno es que todo lo hace perfecto.  Alto, moreno, de ojos verdes, atlético, caballeroso…resumiendo, el típico sueño de toda mujer por lo que parece a excepción del mío. Para mí es un hipócrita borde que no valora lo que tiene y todas sus fans unas idiotas descerebradas que solo  valoran el físico. Seguramente si yo cogiera una estúpida espadita o hiciera cualquier cosa “típica” de los hombres las haría mejor que ellos, pero aquí lo que piense una mujer importa una mierda… Dejémoslo que me voy del tema, es un autentico capullo y lo demuestran la cantidad de callos, rozaduras y cicatrices que se me han quedado de tener que limpiar por su culpa.
       -      Venga no te quejes  -  dice Elizabeth - seguro que no es tan duro…
  Pongo cara de “a que te doy” mientras intento refrenar mis instintos asesinos.
        -      Claro, es verdad, no se puede comparar con el horrendo castigo que recibirá nuestra pobre princesita. Tendrá que aguantar una pequeña charla de su padre sobre su inapropiada conducta y  se librará en pocos minutos de todo castigo – digo sarcásticamente.
       -      No tiene gracia, tendré leerme por enésima vez el puñetero libro de leyes y normas de la realeza. No sabes lo horrendo y aburrido que eso- dice enfurruñada.
       -      Venga no llores  -  digo vacilándola y riéndome a la vez.
  Me saca el dedo mientras se hace la indignada. Menudo tesoro de princesa.
       -      Guárdate el teatro para luego, que o nos vamos ya o nos va a caer una buena.
  Salimos rápidamente de la habitación y nos dirigimos al bosque.
                                                        
  Cuando llegamos al bosque, cosa que no tardados mucho ya que estábamos cerca de la puerta trasera, no podemos parar de reír. El pobre infeliz que entre en aquella habitación se va a llevar un buen susto.
  Caminamos hacia el interior del bosque cuando oímos un ruido, alguien nos está siguiendo. Nos damos la vuelta sigilosamente y de unos matorrales aparecen dos cabecitas. Son Zendala y Jonathan, los hermanos mellizos pequeños de Elizabeth.
  Jonathan es un muchacho soñador, valiente y divertido que,  aunque solo tiene  12 años,  ya es todo un experto con la espada. Nadie puede ganarle con ella a excepción de su hermano mayor Eric, pero ese es miss perfecto. Zendala es una  muchacha sonriente, de carácter risueño y alborotador, que odia los modales. Según ella son solo cursiladas a las que tienen sometidas a las mujeres.  Los dos son encantadores y muy revoltosos, y vuelven loca a su institutriz.
  Los dos hermanos se nos acercan.
       -      Hola Dana  - dice Zendala, parece desganada y triste, me pregunto que habrá pasado. Jonathan me saluda con un gesto de cabeza.  Ese odioso gesto lo ha sacado de su hermano, a quien esos dos enanos adoran, pero que a mí me pone de los nervios.
       -      Eli, tienes que venir a casa.  -  dice Zendala, cada vez parece más nerviosa.
  Elizabeth mira extrañada a su hermana.
       -      Papa me dijo ayer que me reuniera con él a las tres, ¿ha pasado algo?
       -      Son las tres y media  - dice Zendala con una sonrisa triste.
       -      ¿QUEEEEEEEEEEEEEEEE?  - gritamos Elizabeth y yo a unísono.
       -      Oh dios mío llego súper tarde, mi madre me va a matar…, Eli luego nos vemos y me cuentas que tal. Adiós enanos  -  digo guiñándoles un ojo mientras corro hacia casa. Intento no darle importancia al estado de Zendala, aunque estoy preocupada.
  Caminaba rápido pensando cómo explicarle a mamá mi notario retraso, cuando choco con una persona que no he visto. ¡Estoy en Babia!
   Mientras ayudo a la señora Doufel  a ponerse en pie, ella me mira tristemente.
       -      Deberías irte a casa cielo  -  dice.
  Voy a preguntarle qué pasa, cuando oigo a la gente gritar e insultar a alguien en la plaza principal. ¡Iban a quemar a una mujer acusada de brujería! Eso es algo no ocurre desde hace años. El pánico va apoderándose de mí, solo hay una bruja en todo el pueblo. Corro hacia la plaza y mis temores se hacen realidad. Me quedo helada. Se lo que está pasando, lo veo, pero no lo asimilo. ¡Van a quemar a mi madre! Pero eso no puede ser, mi madre no ha hecho nada, nunca ha hecho nada…
  Los ojos se me llenan de lágrimas y salgo corriendo hacia ella. Estoy a punto de llegar al estrato cuando dos guardias me apresan.
       -      ¿Se puede saber qué coño pasa?  -  grito  -  Ella nunca ha hecho nada, ¡nunca!  - las lagrimas surcan mis mejillas. Estoy furiosa, mucho más de lo que lo he estado nunca.
  Los guaridas se miran, dudan si decírmelo o no.
       -      ¡Decírmelo! tengo derecho a saberlo... joder, soltadme ¡SOLTADME!  - los guardiasme agarran con más fuerza. Ilusos, sino quieren soltarme peor para ellos. Lo pagarán con la vida. Estoy a punto de chamuscarlos como están haciendo ellos con mi madre, cuando alguien me golpea en la espalda.
      -      Soltadla  -  dice Eric. Los guardias obedecen al instante. Se han librado por los pelo. Eric tira fuertemente de mí hacia un callejón lejos de la multitud aunque yo intento resistirme, pero claro aquí el fuerte es el no yo. Ya me daba a mí que no era un acto caballeroso, seguramente me echará alguna charla.
       -      ¿Se puede saber qué coño te crees que haces? ¿Quieres ir de cabeza tú también a la hoguera? -  me grita frustrado. Vaya si que estaba estresado, nunca le había oído decir una palabrota. Eso habría sido muy divertido de no ser porque estaban quemando a mi madre en la hoguera.
        -     Perdona ¿Se puede saber qué coño ha hecho mi madre para estar en la hoguera? ¿Qué ha hecho? ¿Sus majestades se han cansado de ella y han decidido matarla? ¿Dónde están tus padres?, ¿dónde están tus puñeteros padres Eric? ¿La mandan a la hoguera y luego no tienen el valor para venir?  -  en sus ojos puedo ver rabia. Seguramente si hubiera sido un tío me habría pegado, pero por lo que parece es encantadoramente caballeroso hasta cuando se enfada y nunca pegaría a una chica. JA, peor para él.
       -      Mis padres están muertos, han sido asesinados.
       -      ¿Qué? – Me siento mal por todo lo que he dicho, pero hay otra cosa que me angustia más que eso, ¿qué coño tenía que ver con mi madre? Lentamente caigo… no… era imposible… ella no haría daño ni a una mosca… Le interrogo con la mirada, no podía creerlo, necesito oírlo de sus labios.
       -      Alguien entro ayer por la noche en el palacio. Dana utilizaron magia, les mataron con magia…y solo hay una bruja en el pueblo. Además vieron a tu madre entrar a palacio ayer por la noche - la voz se le quiebra. Lentamente recupera la compostura y su voz vuelva a ser fría y monótona como siempre - Seré coronado rey mañana por la mañana. Hasta entonces el Consejo toma las decisiones. No han dicho nada de ti, no tienes cargos. Te protegeré.
Empiezo a llorar desesperadamente. Eric se acerca y me acaricia la mejilla.
       -      Pero… pero… mi madre… nunca haría algo así. Tienes que creerme… Eric por favor… ayúdala…  -  sollozo desesperada.
Suelta aire lentamente. Nunca le había visto tan frustrado ni desesperado. Nunca había mostrado tanto sus emociones como ahora.
       -    Dana… lo siento. Si fuera rey sería diferente… habría un juicio… sabes que yo no permitiría esto… - su voz suena rota. Más que intentar convencerme a mí de ello, se está intentando convencer a sí mismo.
Aparto su mano de mi mejilla de un manotazo.
       -      Pero no lo eres…  - le corto fríamente y salgo corriendo. Sé que no estoy siendo justa con él, pero no quiero oír nada más… Solo quiero salvar a mi madre.
  Cuando llego a la plaza ya es demasiado tarde. Mi madre está atada en un palo, en el centro de la plaza, quemándose.
       -      Cuidad de ella, por favor…  -  dice antes de morir.
  Me desplomo en el suelo, sollozando. La desesperación va dejando paso a la rabia y el odio. Mi madre siempre había querido el bienestar del pueblo y, vale, era una bruja, pero ella no mataba ni a una mosca. Solo ayudaba, sonreía y regalaba piruletas a los niños tras curarles  por lo valientes que habían sido. Solo era la mejor madre del mundo, y ellos me la habían arrebatado injustamente.
  Al cesar las llamas, corro hacia los restos de mi madre y veo un ligero resplandor medio enterrado entre las cenizas. Es su precioso anillo medio chamuscado. Rápidamente lo cojo. En mi mente sólo hay una palabra: “venganza”. Tengo ganas de chamuscarlos a todos con un rayo, e intento hacerlo, pero de mi boca empiezan a brotan palabras y mas palabras sin sentido, que acaban convirtiéndose en un cantar maldito. Lentamente empiezo a convocar a los elementos, a la muerte y a la tragedia. Mis pies se despegan del suelo, mi cabello flota detrás de mí y mis ojos se oscurecen. Me siento genial, llena de adrenalina.
             
              “Eterno invierno,  campos sin vida…
 La luna llena, una derrama de sangre…
 Un aullido, la sentencia de un ganado…
Un descuido, la muerte.
Un rey sin corona, un pueblo maldito…
Una maldición echada, de buen merecido.
Llorar y suplicar infelices,
Hoy muere vuestro destino...”


  Nadie se mueve. Todos están demasiado horrorizados. La verdad, me siento fatal y lo siento muchísimo por Elizabeth, es mi mejor amiga y no quiero hacerla daño; por sus hermanos pequeños y hasta por Eric, tendrá que gobernar en un pueblo maldito. Echare de menos a Erina, con sus manías, y a la señora Doufol, por preocuparse siempre por mí; pero nunca puede negarse el instinto de una bruja, si tu magia te dice que hay que hacer algo, hay que hacerlo. Tu magia solo actúa por su cuenta cuando sigue una profecía, y por lo que parece yo estaba involucrada en una… Respiro lentamente hasta que mi pulso vuelve a la normalidad y veo demasiado tarde una flecha que se dirige hacia mí. Rápidamente me teletransporto al bosque, aunque no lo suficientemente rápido y la fecha se clava en mi brazo dolorosamente.
                                                 …

  Corro lo más rápido que puedo.  Me agacho, esquivo matorrales, ramas… salto piedras, raíces y troncos caídos. Voy lo más rápido que puedo pero siento que no avanzo. El cansancio empieza a hacer mella en mí, me duele el pecho y me cuesta respirar. La herida me arde, recordándome que está ahí. Tropiezo con una raíz  y caigo al suelo. Intento levantarme pero mi cuerpo no responde. Está entumecido, dolorido y herido. Mi visión se nubla y me desmayo.
                                                                
       
  Potentes rayos de sol chocan contra mi cara. Poco a poco voy abriendo los ojos y un fuerte dolor de cabeza me azota. Recuerdo sobresaltada lo ocurrido e intento incorporarme rápidamente, pero un latigazo de dolor me hace caer de nuevo al suelo. Lentamente intento incorporarme de nuevo. Poco a poco lo voy consiguiendo, y al final me siento. Al intentar levantarme del todo me entran náuseas, asique decido sentarme y reflexionar sobre lo ocurrido. Veamos, han quemado a mi madre en la hoguera, mis instintos asesinos mágicos me han hecho echarle una maldición a mi pueblo y seguramente los aldeanos hallan quemado mi casa. Además, he quedado como una llorica histérica delante de Eric, aunque que él, por primera vez, ha estado bastante majo; y me han intentado matar con una fecha. Lo más gracioso de todo es que solo es poco más de medio día, ¿que pasara esta tarde?, ¿una manda de peluches asesinos? Viendo como ha empezado el día puede suceder cualquier cosa. Esto es una mierda, mi vida es una auténtica mierda. Necesito llegar a mi casa lo antes posible, bueno si sigue existiendo y llevármela de aquí. Todavía no sé muy bien cómo, pero juraría haber leído algo en un libro de hechizos de mi madre.


  Ahora si me incorporo del todo y veo estrellitas al intentar mover el brazo. Mejor lo dejamos quietecito. Lentamente rasgo la manga de mi vestido, la herida no tiene buena pinta y no para de sangrar. Cojo el trozo de tela que es desgarrado y lo utilizo como venda. Espero que sirva y aguante. Poco a poco voy recorriendo el sendero de camino al pueblo. Me paro al final de este. Para llegar a mi casa necesito atravesar todo el pueblo ya que esta se encuentra a las afueras. Va a ser complicado.

lunes, 10 de febrero de 2014

Olor a muerte

Olor a muerte

Desgraciadamente todos hemos sufrido la muerte de un ser querido alguna vez, cuando nos dan el pésame intentamos afrontar la situación lo mejor que podemos, pero… a veces eso no es suficiente.

Axel, Axel, quiero ver a Axel. No consigo que mis palabras salgan de mi boca, solo veo luces blancas y oigo un pitido cada 3 segundos que me está poniendo de los nervios. .-¡SOLO QUIERO VER A AXEL!-. Esta vez mis palabras si fluyen. La puta máquina de los pitidos no deja de sonar, comprendo que está enganchada a mí, son mis pulsaciones. Levanto la cabeza y veo una habitación de hospital, no recuerdo nada, solo sé que quiero ver a Axel. Una enfermera entra corriendo, regula la máquina y me pide que me tranquilice, pero estoy muy alterada para eso .-¿Dónde está Axel?-.Pregunto preocupada, las lágrimas, no sé si de frustración, miedo u odio, me recorren la mejilla como si fuese un afilado cuchillo que me está rajando la piel. La enfermera me pide que me relaje, me está empezando a joder que sea tan pesada, pero la verdad es que estoy cansada. La lágrima llega a mi boca y me recuerda al sabor de los labios de Axel, no entiendo porque no me deja verle, no ha parado de hablarme como si fuera gilipollas o algo así desde que ha entrado, y solo la he entendido –tú-Axel-caída-muerto-, de repente estoy llorando, desconsoladamente, intento parar, pero soy incapaz, está señora me acaba de decir con toda tranquilidad que Axel ha muerto, y… y ¡Tengo miedo!, la enfermera sale de la habitación y mi madre entra, está llorando, pero creo que es de felicidad, yo, sin embargo, nunca he probado unas lágrimas tan amargas.

.- ¡Ala! ¿Cómo te lo has hecho?-. ¿Por qué es tan toca-pelotas la gente? Estoy destrozada, tengo una pierna rota y me acabo de enterar que mate a mi novio. Hago como si no le hubiese oído, subo a mi casa con mi madre y voy directamente a la cama, en este momento solo quiero…llorar. Mi madre me cierra la puerta de mi habitación, miro todas las fotos que tengo de Axel, intentando buscar un alivio, que sé que nunca llegará.-Fui yo, yo te mate, mi madre no sabe nada, pero yo sí, yo le sé todo-.Suelto un grito desgarrador, me tiemblan las manos y mi único compañero de cama es el osito que me regaló Axel por mi último cumpleaños.-¿Por qué no me detuviste? Sabías que estaba borracha, lo sabías perfectamente, pero aun así dejaste que siguiera bebiendo y ahora la que está aquí, viva, soy yo y tú estás muerto, ¿Por qué coño no me hiciste parar?-.No, él no tuvo la culpa, fui yo, yo soy mi propia responsabilidad, y yo tengo toda la culpa de lo sucedido aquella noche, que recuerdo perfectamente, como si hubiese sido ayer mismo... esa noche, iba a ser nuestra primera vez, me había invitado a su casa y yo llevé una botella de Whisky para celebrarlo. Entré, me beso y empezamos a beber, bebimos, no paramos hasta que nos terminamos la botella, yo había bebido considerablemente más que él puesto que nunca había sido muy alcohólico. Fui al baño, llevaba la borrachera más grande que había vivido en mi vida de 17 años. Cuando salí del baño le vi, asomado al balcón, me entraron unas ganas locas de besarle, así que corrí y me abalance sobre él, se giró y me dijo.-Siempre juntos, ¿Me lo prometes?-. Le bese en sus labios mientras le acariciaba sus marcados pectorales mientras bajaba por su pulido abdomen. Recuerdo el color bronceado de su piel, sus ojos color miel y su pelo, que le cubría hasta la frente dándole el aire sexy que tanto me gustaba de él. No pude evitarlo, quería hacerlo ya, me intente montar sobre él, pasándome de fuerza, me precipité por el balcón, y él me agarro, pero yo no deje de moverme, hasta que perdió el equilibrio y los dos caímos. En pocos segundos choque con algo, no llegaba a ser duro del todo, pero fue lo suficiente como para dejarme inconsciente.
No recuerdo nada más, solo sé que fue mi culpa, me paro en una foto, de cuando estuvimos en la playa, disfruto de su cuerpo, sabiendo que no volveré a tocarlo, verlo, ni rozarlo nunca más. Doy un puñetazo a la pared, me hago daño, pero no es nada comparado con el vacío que siento y, me doy cuenta, yo no debería estar viva, él debería estar vivo ahora, y yo, muerta. Este tipo de pensamientos solo hace que entren náuseas y que quiera estar muerta. Me levanto de la cama y cojo las muletas.
Voy andando como alma en pena, creo que me he saltado como mínimo tres semáforos en rojo, pero no soy capaz de saber si lo he hecho a propósito, en busca de una solución rápida a todos mis problemas. Mire a donde mire veo a chicos, los que no tienen el pelo como él tienen los ojos y los que no, tienen su mismo color de piel.-¡Dios! Parar ya-. Empiezo a correr con las muletas, sin hacer caso a la gente que me mira como si estuviese loca. Lloro, lloro, no puedo dejar de llorar, me siento como una puta mierda y sé que lo único que podría hacerme bien en este momento sería oír su voz, pero, es imposible, está muerto y jamás volveré a oírle. Tropiezo con la muleta y caigo, levanto la mirada y no sé si es cosa del destino o pura casualidad, pero estoy delante del edificio de Axel. Busco en mi sujetador a ver si aún siguen ahí las llaves, tengo suerte y las encuentro. Subo hasta el piso 8, abro la puerta de su casa y por un momento, sonrío, me llega hasta la nariz el olor que solía portar, un olor fuerte, empalagoso, pero dulzón, amo ese olor. Se me va la sonrisa y veo la casa, todo, todo me recuerda a él y no resisto la tentación de irme hasta su cama, en la que tantas veces había dormido junto a él, en busca de cualquier cosa que me quite este dolor, del cual pienso que… jamás me curaré. Busco su aroma por la almohada y me pego lo máximo que puedo a las sábanas de su cama. Lloro, lloro, no puedo dejar de llorar, esto es mucho peor, pensé que sentirme más cerca de él, me permitiría dejar de llorar, pero en cambio, estoy llorando, más que en ningún momento de mi vida y decido que solo me queda hacer una cosa.
Desgraciadamente todos hemos sufrido la muerte de un ser querido alguna vez, cuando nos dan el pésame intentamos afrontar la situación lo mejor que podemos, pero… a veces eso no es suficiente. Miro al frente y veo el cielo, agacho la cabeza y veo otro edificio, más abajo, el suelo. No puedo dejar de pensar en lo que estoy haciendo, mi madre, ¿Qué pasará con ella?, estoy a punto de retroceder, pero me llega la imagen de Axel a la cabeza y me quedo quieta. Yo tendría que estar muerta, no tendría que estar aquí en este momento, yo, solo puedo hacer una cosa. Me limpio los ojos con la manga. Algo en mi cabeza dice.-No lo hagas Sofía-.Pero no hago caso, miro el suelo, ahí, ahí murió Axel. Yo debí morir ahí, no él.

.-Te lo prometo, Axel-.doy un paso dejando suspendido mi pie en el aire y pronuncio.-Siempre…juntos-.

jueves, 6 de febrero de 2014

Capítulo 5 (La última Palabra)

Capítulo 5: Escapada a la montaña

Estoy corriendo hacia la estación de tren con la maleta cogida en brazos, me había quedado dormido y si no me doy prisa no llegaré al tren. Lo empiezo a ver a lo lejos y como se cierra la puerta, Susan, Cloe y Hurley están ya dentro. Finalmente consigo entrar en el último momento.
Tras una larga bronca de Susan y Hurley, me empiezan a explicar que haremos en la montaña, y para que hemos alquilado esquís. Íbamos a entrenar, en un pico de los Pirineos, nuestros reflejos, nuestra coordinación y nuestro control del cuerpo, lo cual nos ayudará en las batallas.
Nada más llegar Hurley y Susan ya nos atosigan a Cloe y a mí para que dejemos el equipaje en el hotel y vallamos a un pista de esquí, donde Hurley nos explica que pruebas deberemos hacer.- Cloe, Mark, atended: en esta parte del entrenamiento deberéis bajar esquivando a todos y cada un de los muñecos, pero eso si, no os alejéis mucho de ellos, puesto que les tendréis que quitar las bufandas. Son 10 muñecos y ahora Susan os hará una demostración.
Nos giramos para ver a Susan, la cual se acaba de tirar por la pendiente a mucha velocidad, pasa por el primer muñeco y le quita la bufanda, después el segundo y también, a si todos hasta que termina.Después de ver esta perfecta ejecución del ejercicio, me toca hacerlo a mí, por suerte yo ya había esquiado alguna vez, no como Cloe, la cual tiene problemas hasta para mantenerse en pie. Hago la prueba y para ser la primera vez, lo hago notablemente, puesto que recojo siete de diez bufandas. Cloe sin embargo no consigue más de dos y había estado a punto de caerse, pero aún así no se rinde por lo que al final del día ya es una maestra, pero estaba un poco pálida, por lo que volvemos rápidamente al hotel para dejarla descansar.Ya en el hotel, le ponemos el termómetro, el cual marca 39º y el médico la manda reposo absoluto.Susan la explica.- Cloe, cariño, mañana te quedarás aquí descansando mientras nosotros entrenamos, no te preocupes, vendremos a verte cada hora.-
Cloe medio dormida asiente y mientras Hurley y yo cogemos las cosas para la siguiente parte del entrenamiento. No puedo dejar de fijarme en las caras de culpabilidad de Susan y Hurley, por lo que me prometo hacerlo perfecto hoy para que se sientan orgullosos.
Al llegar a la pista Hurley me explica el ejercicio. Esta vez el ejercicio se trataba de pasar por unos aros, lo suficientemente grandes para que pase yo, pero no lo suficiente para que por ejemplo pudiese pasar Hurley, por lo que Susan (Un poco más menuda pero aun así de gran tamaño) hace otra vez el ejemplo.También me explican que este ejercicio era para mejorar el control del cuerpo.Lo hago una vez, y solo fallo en uno que estaba demasiado lejos para llegar, y, al volverlo intentar lo consigo, pero justo cuando lo paso me choco contra algo…pierdo la conciencia.