lunes, 21 de abril de 2014

Flor de Papel (De José Antonio Sánchez)

¿Cómo puede alguien que aparenta la más absolutamente estúpida felicidad sentirse  tan desgraciado?
Sentir que día a día te consumes en un fuego de dolor, arrepentimiento y desesperación.
Estando en la flor de la vida me siento marchitar, pétalo a pétalo, viendo pasar mi vida y sintiendo no haberla aprovechado, sintiendo que puede que haya madurado a destiempo, demasiado para ser un niño poco para ser adulto, la sabiduría no se encuentra en los libros, la calle es una ramera que enseña las lecciones a puñetazos, y lo único que te impide encontrar la felicidad es la desgracia de la gente que te rodea. Un mar de emociones se remueve en mi interior, necesito compartir, soy así , necesito decir mis tonterías en alto, decir que he tenido una mierda de vida, que he sido demasiado aburrido, que la vida me ha ido ofreciendo cosas que no he sabido aprovechar, que ahora ya es tarde para ser como siempre debí haber sido, que no puedo volcar todas mis emociones de golpe sobre ella, porque tengo miedo, porque se que nadie es perfecto, que si alguien me contase toda su vida lo odiaría , porque somos todos demasiado diferentes, que aunque finjamos cínicamente que somos comprensivos en realidad no, no existe el amor, no existe la compasión , no hay nadie que no mire por encima del hombro, nadie que no haga daño y no produzca dolor a la gente, no existe el altruismo, es solo una ilusión que ponen los más despiadados para acabar con los más ingenuos.
Pero no pienso parar , no hay vuelta atrás , soy lo que soy , y a la mierda lo que piense la gente, soy un todo que existe, que vive, respira y también sabe jugar , pienso moverme por el tablero porque eso es lo único que se hacer, convertirme en un peón y jugar al juego de la vida, y me caeré ,pero tened en cuenta que me levantaré, una y otra vez, no hay nada que me pare, soy un huracán , un tsunami, la llama de la esperanza existe, no es una ilusión , da un sentido a la vida, mueve el mundo y da forma al universo, es fuego , es tierra y es espíritu.
Creo en el sentido de lo material y carnal, soy uno más, sujeto a pasiones, a tentaciones y a placeres que no están bien vistos, soy un alma en pena que vaga sin sentido .
Quiero cantar aunque las palabras se atascan, en mi garganta, deseando salir al mundo y dejar las cosas bien claras, el fuego todo lo puede porque es fuego lo que siento.
La única verdad que poseo es una mentira a mis ojos y un engaño a la vista de los demás, pero no sé cuál es mi camino, ando solo, perdido, vacilante, sin saber que corriente me llevará a buen puerto y guiará mis pasos a un destino apacible para mi conciencia. Solo puede que haya algo……….al fondo de mi cajón de las tinieblas, algo que de verdad me remueva, me haga quién quiero ser, que rehaga mi mundo y mi realidad, que está hecha de emociones, vivencias, rayos y truenos, de filosofía,  moral, placer y gusto, gusto por estar hecho de luz y de sombras, de cenizas, de amargura, de cielo y de piedra, porque nadie es nadie si no es la nada y el todo.


Piel de sueños (De José Antonio Sánchez)

Iba a la caza de las bellezas del mundo animal. Se levantó y lavó la cara. Como todos los días, se miró al espejo y se repugno de su propia, imagen, se sentía desgraciado, porque desgraciado era, perder la riqueza material es fácil de superar, perder la riqueza de tu alma era algo más difícil, el alcohol no podía ahogar esas pesadillas que noche tras noche  no le dejaban abrirse a la felicidad y le amargaban la existencia. Su piel morena marcaba como líneas de fuego oscuro las distintas cicatrices que solo acentuaban su edad. Ya no tenía esa energía que latía de joven en sus venas. Los jóvenes músculos se habían tersado como el cuero viejo con el paso de los días expuesto a los elementos. Ya se veían arrugas en los ya anticuados tatuajes que decoraban las distintas partes de su tronco...los símbolos del honor y la venganza lucían imponentes, eran una lección de vida para él y para todo quién apreciase su entramado de líneas negras. Irremediablemente el tiempo pasaba, minuto a minuto y los cachorros crecían y tarde o temprano vendrían a sustituir a los viejos lobos como él.
La vida es dura y los chavales son de arcilla, les haría falta muchos golpes y la abrasante luz del cruel sol para moldear y endurecer su cuerpo y su psique, risueño y vibrante, creyendo que con su efímera imaginación podrían crear un castillo de ilusiones que se volvería real y les daría la felicidad, cuanto antes dejaran de pensarlo mejor para todos, porque los sueños son solo eso, sueños. Lo más importante era no ser demasiado duro como para que un golpe en el camino te rompa en mil pedazos y no puedas volver a reconstruirte, porque a aquellos que les pasaba  el destino ya no les deparaba nada bueno, ya no había retorno, ya solo queda la resignación.
Su padre solía contarle historias….historias sobre gente que podía o no existir, de lugares remotos y criaturas de mito. Él, ávido de aventuras y curioso de corazón decidió que de mayor se dedicaría a vivir, a vivir lo suficiente como para convertirse en el protagonista de una de esas historias. Porque algún día le gustaría vestir de sedas y andar tras la caza de un malvado dragón, tener duelos a muerte con algún enemigo venido de los arenales del Este. Sentir el viento de alta mar recorrer los mechones de su rubia melena y pelear a golpe de sable por ser el rey de alguna remota isla con increíbles secretos esperando a ser desvelados.

 Con subir a lo alto y ser recordado como el héroe que se creía. Pero los sueños son solo eso, sueños.

sábado, 5 de abril de 2014

Capítulo 3 (Las sirvientas del mal)

Capítulo 3: Vagabundo, 2ª parte.

-Ah...es que...es que no tengo nada - le contestó muy nervioso, pues mentir se le daba fatal y se le notaba enseguida, no le gustaba mentir a nadie pero las ansias de salir de ese encuentro inesperado eran tan grandes, que ni siquiera fue a pensar si el engaño se le fuera a notar, - lo siento - añadió, intentando fingir un rostro de culpabilidad, hasta su tan sabio Don Juan estaba callado sin ninguna idea que ofrecerle, la sola presencia de ese hombre los tenía paralizados del pavor que les causaba.

-Me va bien lo que sea...porfavor - ya había sido súper duro para él decirle que no una vez, como para intentarlo una segunda vez, parecía desesperado por su tono de voz, y en ese momento ya no quedaba nadie por las cercanías del aparcamiento para pedir ayuda o cualquier cosa que le sirviera para escabullirse de ese hombre - llevo dos días sin nada que llevarme a la boca - añadió el moribundo, la presión parecía asfixiarle y ya no lo soportaba más, así que decidió por la elección más rápida.

-Esta bien, no tengo mucho - le contestó, imaginándose la cara de cabreo del Mario interior, pero sabía que aunque le molestaba la elección que había tomado, la otra era seguir dando negativas y estar más tiempo delante de ese extraño, así que no hubo ningún comentario de su conciencia respecto a la decisión tomada.

Se quitó la cartera de los hombros más rápido de lo habitual, pues quería acabar con todo eso de una buena vez y aunque no llevaba ese día los libros pues sólo había ido por las notas, siempre llevaba el monedero encima y dentro de la mochila por costumbre, así evitaba dejarse el DNI como hizo tantas veces en el pasado. Al intentar abrir la cremallera, al parecer se le había quedado atascada <<vaya suerte tienes siempre Mario y vaya mierda mochila>>, le dijo ya también desesperada su maldita consciencia que no ayudaba nada en esos momentos sus críticas, los nervios siempre le volvían así de torpe.

Al cabo de unos bruscos intentos el cierre cedió, sacó su cartera y como sabía que no llevaba monedas decidió darle un billete, era más de lo que solia dar, pero por el simple echo de que se fuera, se lo extendió que al momento el vagabundo agarró lentamente y antes de que Mario lo soltara, sus miradas se cruzarón por última vez y lo que vió acabo de helarle la sangre al chico, pues aquella situación no podía ser más espeluznante.

-Señor - le dijo, con tono tembloroso lo que llamo la atención del vagabundo - le esta sangrando la nariz - aquél comentario pareció preocupar al vagabundo que inmediatamente se llevó los dedos a la nariz, comprobando al cabo de un momento que era verdad al observar las yemas de sus dedos ese líquido rubí.

-Oh, vaya, debo irme muchacho y gracias por el dinero, seguro te será devuelto este acto de honradez con los demás.

-No ha sido nada, cuidese señor - antes de que el vagabundo hiciera cualquier otro movimiento, él aprovecho para tomar la delantera y empezó a seguir su camino hacia a casa, mientras pasaba olímpicamente de lo que le decía su tan valeroso Mario interior ahora que todo había acabado <<"cuidese señor", ¡¿estarás de broma?!, espero le de algo y no nos lo volvamos a cruzar, ¡¿has visto qué aspecto llevaba?!>>.

Aunque ya hacía unos minutos que caminaba y no había rastro de ese hombre, había una sensación que parecía estar acompañándolo desde ese encuentro, y no era una sensación agradable, era una incomodidad extraña, aunque parecía absurdo y esa opinión era secundada por la voz de su razón, sentía como si le hubiera dado algo más que un billete a ese hombre, se sentía como si le hubiera dado algo o se hubiera creado algún tipo de lazo con ese vagabundo, <<si, será el lazo del miedo, ¡no pienses más bobadas!>>, no paraba de regañarle su cerebro por no dejarle borrar ese recuerdo de ese rostro.

-¡Meforà Só! - pronunció con lenguaje extraño y antiguo, una voz femenina y estridente en un callejón dónde sólo se encontraba un gato y un montón de basura por en medio, de la nada unas llamas negras que parecían haber sacado raíz desde el suelo, apareció el vagabundo de ellas cayendo al suelo con fuertes espasmos y temblores.

Cuando parecía que el corazón o algo iba a salir de su estómago abriéndose paso de su interior, una enorme nube oscura salió de su boca, que en unos instantes tomo forma en una bella mujer.

- Parece que estás llegando a tu límite, maldita escoria - le dijo, al agotado y asustado señor que la contemplaba con auténtico pánico, observándola directamente a aquellos ojos que lo miraban de reojo, entre aquella larga cabellera tan oscura como la noche.

- Déjeme ir, por favor...se lo suplico - aquél señor no sabía por que las había tomado con él, no la conocía de nada y no era más que un pobre sin techo.
- Todos sois unos malditos quejicas, lloriqueáis cuando el daño esta echo - le respondió, con un tono de voz que se podía apreciar el asqueo que le tenía a ese hombre con sólo mirarlo.

- No la conozco de nada, yo no le he echo nada, ¿ por qué...

- Y eso que más da... - le interrumpió, mirándolo con frialdad - todos sois iguales, o es qué nunca te has aprovechado de una mujer antes de caer en desgracia?...que me dices de lo que le hicistes hace 5 años a una empleada de la empresa que llevabas antes de caer en quiebra, a una mujer llamada Sophia Berleski - le preguntó, viendo la cara de sorpresa en aquél rostro tan magullado - ves, eres igual que el resto.

- ¿Cómo puedes saber...quién eres? - preguntó, mientras empezaba a retroceder de ella, arrastrándose por el suelo como una alimaña, satisfaciendo a los ojos de aquella extraña tan lamentable escena.


- Me encanta ver todo aquél hombre que se arrastra como un perro delante de una mujer, te mereces que te suceda cualquier cosa que te ocurra - contemplando con una gran sonrisa, como el gusano,
 intentaba ponerse de pie con la ayuda de la pared y sin mirar atrás intentaba huir de ese presentimiento de muerte - por suerte para ti, todo acabará pronto...Richard Beest - deleitándose con los griteríos de su presa, pidiendo auxilio.

Capítulo 1 (Fugitivo)

Capítulo 1: Porque no todo va siempre como a uno le gustaría 

Me siento solo, no creo que nadie confíe en mí en estos momentos, ni si quiera yo mismo. Me quedo de pie delante de la puerta, admirando aquella casa donde crecí y donde pase los peores momentos de mi vida...pero es hora de marcharme y no puedo echarme atrás esta vez. Antes de salir me acerco a la cocina y comprueba que la nota que he escrito a mis padres está bien situada. Sé que en fondo los echare de menos...Ojalá no tuviera que acabar así, ojalá hubiera otra solución. Abro la puerta con las manos sudadas y con lágrimas en el rostro, me dispongo a salir cuando se acerca mi pequeño gato, llamado Rubí, y se queda mirándome un buen rato, como si supiera que este es el fin. Finalmente cojo el primer taxi que pasa por delante y me voy a casa de mi prima .-Allí nunca me encontrarán-. Pienso .-Allí nunca volveré a decepcionar a nadie-.

Llego a casa de mi prima, estoy llorando mucho, ella me abraza para consolarme, nuestra relación siempre ha sido muy buena, en ella sé que puedo confiar…Me pregunta que me pasa, no la he dicho nada, por lo que tendré que explicarla toda la historia y solo de pensarlo me dan ganas de desaparecer; pero, no puedo, estoy aquí, y solo yo he tenido la culpa. No quiero decirla nada, aún es muy reciente para estar recordándolo todo el tiempo, por lo que solo digo entre sollozos.-No se lo digas a mis padres por favor, me he ido de casa para no volver, es lo único que te pido-. Supongo que me comprende, porque asiente y me mira con cara de comprensión. Me lleva hasta mi cuarto y cierra la puerta, y, por fin, tengo tiempo para pensar.

Odio esto, lo odio.-¡LO ODIO!-. ¿Por qué?, ¿Por qué todo lo malo me pasa siempre a mí? Solo pedí un poco de comprensión, y no obtuve nada, solo quería ser aceptado, pero no, “Tú no puedes, vete con las tías” ¿Acaso les hice yo algo para que me dijesen eso? Siempre me odiaron en realidad, y cuando les di una oportunidad para demostrarlo no la desaprovecharon. Pero…en el fondo todo es mí culpa, no pude controlarme, pensé que a él no le importaría, solo intentaba tener compañía, pero me equivoque le he fallado a todo el mundo, mi padre, que tanto le costó asimilarlo, a mi madre, que siempre estuvo conmigo y a Rubí, la única que se mantuvo fiel, siempre conmigo, a mi lado…y ahora, mírame, con una orden de alejamiento, fugitivo del estado y de mi casa, y solo, más solo de lo que jamás podría haber estado.
Entra mi prima Claudia, me trae en una bandeja un caldo y unos macarrones recalentados para cenar.-Perdón J.B. no esperaba visita y no tengo otra cosa-.
.-No pasa nada Claudia, te agradezco mucho lo que estás haciendo por mí, de verdad-. La contesto, ya mucho más calmado. Me da la bandeja y se sienta en la cama, esperando a que la diga lo que me ha ocurrido. Me lleno la boca para reunir fuerzas y trago.-Nadie me entiende Clau, pensé que al menos había una persona, pero por lo visto me equivoque, metí la pata hasta el fondo, y ahora no puedo volver, si vuelvo, me llevarán a un conservatorio y si no lo hacen me vigilarán hasta el resto de mis días, no me dejarán ir a ningún instituto y quedaré solo, en la calle, para siempre.-
.-¡No digas eso Jaime Bernardo! ¡Eres una estupenda persona, increíble, de las que ya no quedan! Amas a todos los seres vivos, no dices que no a nada ni nadie y siempre estás dispuesto a ayudar, ¡No vuelvas a decir que estarás solo para siempre, ¿Me oyes?, nunca! Y si no, sabes que me tienes para todo y que haré todo lo que sea necesario por ti-. Me pongo a llorar, sabía que podía contar con ella, es la mejor persona del mundo, ojalá todos fuesen así. La voy a dar un abrazo, pero llaman a la puerta.-¡Policía!-.Dicen, me pongo nervioso.-Han venido a por mi Clau, por favor, no me abandones, ¡Por favor!-. Ella me tapa la boca y señala la ventana, veo la escalera de emergencia y me doy cuenta de que ella ya lo había previsto, sale corriendo, va a por su portátil, no lo dejaría aquí ni muerta. Yo salgo de la cama corriendo y oigo como tiran la puerta. Bajamos los dos corriendo, mi prima me señala el garaje y comprendo rápidamente que huiremos en su coche. Abre el maletero y saca dos matrícula, cambia las que están ahora y huimos en su coche, ahora, somos fugitivos.
.-¡Muchas gracias Clau!, eres increíble, en serio-.
.-Jaja, ¿Qué te esperabas de una espía? Te acabo de decir que jamás te dejaría solo y sabes que yo siempre cumplo mis promesas-.
.-Cierto, nunca me has fallado-. Recuerdo como me defendió, hace muchos años, de los abusones de mis vecinos, les dio su merecido, creo que ese fue el momento en el que empecé a verla con otros ojos, unos ojos de admiración.-Bueno, ¿Me vas a decir qué es eso tan malo que has hecho?-. Esta vez si se lo voy a decir, no puedo volver a darla largas…-Clau, pensé que en él podría confiar, me dijo que estaría siempre a mi lado y yo, le intente besar…pero me había mentido, estaba fingiendo, lo grabo todo, y se lo enseñó a los demás, me volví loco, no sabía qué hacer, y cogí un mechero y un desodorante y quemé su casa…-
-.Joe, en buena te has metido J.B., pero te comprendo, yo no sé lo que habría hecho en tu lugar…Pero ¡Toda la culpa la tiene tu padre!, y no lo digo porque te llamó “Jaime Bernardo”, que ya le vale…, sino porque nunca te dio su apoyo, en cuanto se lo dijiste te empezó a tratar como si fueses tonto, pasó completamente de ti y no te habló, eso no es normal, y menos en un padre, que debe aceptar a su hijo como sea-.
.-Eso no es del todo cierto, últimamente ya me estaba volviendo a tratar bien, estaba recobrando nuestra antigua amistad, pero de nuevo, le he fallado, no merezco estar aquí-.

.-J.B. vamos a dejar el tema e irnos a un Motel, mañana será un día muy largo y tendremos que pensar en qué hacer-. Digo que sí y solo puedo pensar en lo que haré ahora, no puedo ir a casa ni dejar que nadie sepa quién soy y ahora, he metido a mi prima en todo esto, debo aprender muchas cosas, y una de ellas es aprender que mis actos tienen consecuencias.

jueves, 20 de marzo de 2014

Capítulo 6 (La última palabra)


   Capítulo 6: Algo no pinta bien

Me despierto muy acalorado, he tenido una pesadilla y estoy sudando.Veo que son las 11:00 de la mañana y pienso en ir a entrenar, pero me duele todo y no soy capaz de levantarme de la cama, por lo que intento descansar.Justo en el momento en el que me voy a dormir entra Hurley por la puerta y me dice con su típico tono alegre y con una sonrisa arrogante, que a mi parecer, es normal en la gente que ha sido guapa desde su niñez.- Buenos días dormilón, ¿Qué tal has dormido?- Yo me calló y decido que no contestaré esa pregunta, sino que le digo.- Me duele todo Hurley tienes alguna pasti…- Me detengo porque veo que Hurley saca una especie de aerosol, me explica que sirve para los cuerpos doloridos.
Menos de 10 segundos después de haberme rociado con el me siento como nuevo y ahora, mi única preocupación era Cloe. Pregunto a Hurley como esta, y el parece que se alegra por la pregunta, puesto que contesta.-Esta como una rosa, tiene mucha fuerza de voluntad, ya no tiene fiebre y esta desayunando con Susan - Tras esta contestación mi expresión cambia junto a mis ojos, ahora de un color morado cerca de la pupila y entre azul y rojo por el alrededor del iris, y decido, sin tan siquiera preguntar a Hurley, bajar.
Nada más entrar en el comedor del hotel, divisó entre toda la gente a Susan, la cual está de pie y se la ve la cabeza por encima del resto de la gente. Al llegar veo que es que estaba haciéndole una demostración a Cloe  de cómo distribuir el peso en los esquís, pero, en cuanto miro a Cloe noto algo diferente, rasgos en ellas que a vista de cualquier otra persona, no son apreciables, pero yo me fijo y sé que su sonrisa no es la de siempre y que no mira con la dulzura que la caracteriza, pese a eso, me acerco como si nada ocurriera y las saludo y ella Susan nada más verme exclama.- ¡Menudos dos estáis hechos! Ha pasado menos de un día y ya os habéis recuperado de una conmoción y una enfermedad, ¡Eso me gusta chicos!- Al oír esto sonrió mirando a Cloe, pero no me devuelve la mirada.
                             

Estamos de nuevo en la nieve, el ejercicio de hoy es relajado y sirve para fomentar el reflejo. Hurley y Susan se encargan  de lanzarnos discos a diferentes partes del cuerpo y nosotros tenemos que esquivarlos mientras bajamos ladera abajo. Empezamos a descender y nada más empezar veo que Cloe sorprendentemente ha adquirido un muy buen nivel de esquí y cae como una bala colina abajo evitando, sin tan siquiera mirar, los discos que lanzan Susan y Hurley y en cuestión de segundos veo que ha llegado sin ningún problema al final de la ladera. Yo, sin embargo, avanzo torpemente esquivando como puedo los discos y recibiendo golpes de otros que no me ha dado tiempo a localizar y tardo más de un minuto en bajar la ladera.Una vez abajo puedo ver las caras de asombro de Susan y Hurley, y me imagino que yo debo tener la misma, puesto que ninguno de nosotros no esperábamos la espelucnante actuación de Cloe, la cual me mira con indiferencia, lo que me sienta mal. Finalmente Hurley sale de su estado de babia y dice.- Muy bien los dos chicos, para ser la primera vez, lo habéis hecho estupendamente, pero sobre todo tengo que decir que me he quedado asombrado de la perfecta ejecución de Cloe en este ejercicio, mis felicitaciones- Tras esto, pienso que está todo dicho, pero aun así quiero felicitar a Cloe, pero cuando me acerco a ella en un rápido gesto se gira dándome la espalda de forma intencionada y me quedo con la palabra en la boca.

El resto de la semana transcurrió sin ningún incidente y tanto Cloe como yo, mejoramos muchísimo nuestra habilidades, sin embargo no he vuelto a hablar con Cloe desde el día del accidente y por primera vez desde que la conozco... temo por nuestra amistad.


Capítulo 2 (Las sirvientas del Mal)

Capítulo 2: Vagabundo, 1ª parte.

El día de las notas llegó y como siempre los esfuerzos dedicados a los libros en esos tres meses, había dado sus frutos, no había suspendido ninguna al igual que su amiga Ryan, que desde aquél patoso día, los encuentros entre los dos a solas habían aumentado.


Para que las cosas volvieran a ser parecidas a como eran antes, ambos habían decidido dar un respiro al otro y actuar como amigos, un acuerdo al que ambos accedieron sin siquiera hablar. Ryan podía notar que Mario era muy reservado a lo que se refiere una relación más personal y quería ayudarle a que él diera el primer paso, Mario sin embargo buscaba la manera de poder expressar sus sentimientos hacia ella, los dos tenían ya 19 años y era hora de echarle cartas al asunto, sin más excusas y posibles reacciones de como pudiera reaccionar ella.

Ese mismo día de ir a buscar el boletín del primer trimestre, en el que los padres de Ryan la esperaban al aparcamiento, Mario la acompañaba al coche caminando por la acera, como de costumbre una vez agotado cualquier tema de colegio se imponía ese incomodo y odioso silenció, creando ese ambiente tan tenso que él precisamente intentaba evitar....por ello reuniendo todo el valor posible y ver que las navidades estaban ya a la otra esquina, comprendió que era la mejor oportunidad para sacar el tema que habían propuesto para quedar, hacia días.

-Ahh...bueno, ahora que ya hemos acabado las clases hasta Enero, te parece bien qué quedemos para hacer algo - le dijo nervioso y con las rodillas a un solo paso para que le fallaran de los temblores que le rrecorrían, imaginando a su yo interior con ojos como platos y sorprendido, <<¡¡¡¿la has invitado a salir?!!!, ¡¡¡tú!!!, dios santo...venga piensa en algo para la cita....deprisa>>.

-Claro - le dijo con una sonrisa de lado a lado, ocultando la sorpresa que le era imposible no mostrar la vocecita que siempre la aconsejaba en todo, <<¡¡¡¿Mario te ha invitado a salir por ahí?!!!, ese chico debe estar enenfermo pero bueno...¡¡¡no te me quedes escuchando a mi, dile algo más>> - ¿dónde te gustaría que fuéramos? - <<así me gusta, tu calladita, que decida él que hacer en la cita, haber si así espabila>>, le decía la Ryan revoltosa, celebrando que Mario se hubiera soltado de una vez, aunque cauta a que no decidiera echarse atrás.

- El cine, ¿te parece bien? - mientras su Don Juan le daba por buena la respuesta, se sentía bastante nervioso, pero parecía controlar la situación hasta ahora, dando gracias a que sólo faltaban unos metros para llegar al coche de los padres de ella.

-Si, me encantaría - le dijo sonriente, viendo como Mario se sonrojaba levemente siendo Ryan consciente de lo nervioso que se debía sentir, siendo para él, la primera vez que proponía algo, pues siempre había sido ella quien le proponía alguna actividad para hacer juntos, los fines de semana o por las fiestas - ¿qué día te iría bien?.

-¿El sábado? - le preguntó - así podríamos ir por la mañana y pasar todo el día juntos, - <<¿todo el día?, ¿no te estarás emocionando demasiado?>>, entendiendo que su cinciencia le advertia, porqué sabía que apenas podía conseguir hablar de algo con ella cinco minutos sin haber un enorme vacío de silencio en el medio, como para pasar directamente a estar todo un día en modo cita.

-Perfecto, ¿quieres que te acompañemos a casa? - le preguntó, preocupada por el tiempo que se avecinaba y admitiendo también porque deseaba pasar unos minutos más con él, pues sentía que esta conversación los había acercado un poco más, lo que lo consideraba una buena señal y el inicio de una día esplendido.

-No gracias, tu vives a la dirección contraria y ya sabes que me gusta caminar, así me da por pensar en mis cosas, pero si quieres nos llamamos entre tanto hasta que llegue el sábado - le contestó sonriente, intentando ser lo más agradable posible con ella.

-Esta bien - le dijo con tono amable, aunque la respuesta la había decepcionado, se imaginaba que le dijera eso, ya se lo había dicho otra veces pero nunca había accedido, exceptuando los días en que sus padres iban a comer en su casa y así pasaban todo el día juntos, aunque debía admitir que tantas veces escuchar su respuesta, tenía mucha curiosidad en que debía estar pensando siempre de camino a casa, que siempre necesitaba andar solo, aunque así como lo conocía, estaba claro el tema en que pensaría hacia su casa hoy, seguro que estaría comiéndose la cabeza en que hacer durante la cita del sábado y aunque falta toda la semana aún, sabía que Mario era de los que le gustaba tener previsto cada segundo de las cosas.

Al ver marchar a su compañera se dispuso a observar las nubes de su cabeza, pues no tenían la pinta de dar muy buen tiempo, al haber la amenaza de lluvia próxima decidió ir lo más deprisa que le dieran sus piernas hacia su casa, antes de quedar empapado, una absurda carrera que se hubiera podido ahorrar si hubiera aceptado la propuesta de Ryan, sino hubiera interferido su absurda timidez de molestar a los padres de ella.

A medio camino de casa y con los truenos ya dando la bienvenida a lo que iba a convertirse en una tormenta, un hombre con aspecto descuidado, ropa sucia y en gran parte descosida y andrajosa, se cubría la cabeza con la capucha de igual aspecto que su ropa, viendo a simple vista que todo su vestuario ya había sufrido mas de dos chaparrones como el que se avecinaba.

El desconocido se puso delante de él, mirándolo con una frialdad que había puesto en alerta todos sus sentidos, un escalofrío recorrió su espalda mientras un sentimiento de lastima y precaución conquistaba el corazón de Mario. La mirada de ese desconocido parecía ser capaz de atravesarlo, como si fuera capaz de ver en su interior algo que el propio Mario desconocía.

En el instante en que Mario decidió por optar lo que le decía su vocecita de que echara a correr y pasar de ese hombre con esa barba sospechosamente bien arreglada, unas manos con gruesos dedos y a la vista ásperas, con las uñas sucias, algo normal en el estado de ese hombre, se extendieron delante de él.

Todo parecía indicar a que era un simple vagabundo normal y corriente, pero la discusión que llevaba mentalmente con su conciencia y su sentido de la intuición, apuntaba a que había algo extraño, algo que no era capaz de ver con sus ojos, como un engaño a sus sentidos, el simple echo de mirar su rostro, le provocaba aquella sensación tan desagradable.


-No te asustes chico, sólo quería pedirte, si serías tan amable de darme algo para comer, ¿podrías darme algo para poder comer?...te estaría muy agradecido - su tono pareciá de un hombre muy amable, lo que sorprendió completamente a Mario, ¿se había dejado llevar por las apariencias del señor?, o verdaderamente había gato encerrado detrás de ese hombre.

sábado, 15 de marzo de 2014

Capítulo 1 (Las sirvientas del Mal)

Capítulo 1: Amigos desde la infancia.

Eran los últimos días para acabar el primer trimestre del instituto, los exámenes estaban por caer y Mario estaba muy agobiado por todas las tareas de las asignaturas, trabajos de lectura y todo lo que suele ser un auténtico coñazo para cualquier estudiante, por suerte sabía que después de ese tiempo de martirio y sacrificios llegaban las vacaciones de Navidad, un gran regalo para relajarse y dejar descansar la cabeza.

-Hola Mario, ¿qué tal te ha ido el examen? - le preguntó una chica con una sonrisa de oreja a oreja, y una voz muy agradable cada vez que la escuchaba.

-Hola Ryan, la verdad me ha ido bastante bien, gracias - le respondió, con una sonrisa y sintiéndose como cada vez que estaba al lado de ella, el corazón se le aceleraba, la respiración se le agitaba, y le era muy difícil no perder la calma a su lado.

Se conocían desde hacia ya unos años y aunque siempre se habían apoyado en todo, con la edad empezó a imponerse un sentimiento de incomodidad de parte de ambos, algunas veces hasta se creaba un ambiente con un silencio tan tenso que Mario sentía iba a resquebrajarse si no ponía algún de tema de charla. Ambos sabían los sentimientos hacia el otro o al menos los intuían, pero ninguno de ellos había sido capaz de expresarlos al otro.

Habían sido muchas veces los intentos de Mario, muchas las horas practicando como un tonto delante del espejo del baño, buscando la manera de decírselo a ella, pero la cosa cambiaba enormemente al estar frente a ella, se le hacía un nudo en el estómago y su voz quedaba completamente paralizada por el pánico que sentía su conciencia, con la posible negativa siempre presente.

-Que bueno - le felicitó, apartando momentaniamete la mirada de Mario, por intentar controlar sus nervios - oye, ¿te...te gustaría que hiciéramos...algo...estas navidades? - le preguntó, sintiendo que el corazón se le iba a salir de la boca, haciendo callar la vocecilla de su cabeza que le decía << por fin te atreviste tía, ha sido tan difícil?>>.

-¿Los dos?... - preguntó, <<¡¡eres idiota!!>> se etiquetó en su mente, <<y qué lo digas...debería darte vergüenza que te lo haya pedido ella, pero que ahora encima preguntes cosas tan estúpidas>> le dijo una vocecilla de su subconsciente - quiero decir...sí...sí me encantaría - Mario nunca lo pasaba tan mal, como tener que hablar con Ryan a solas, esa tensión, todos esos nervios le volvían los minutos al lado de ella eternos.

-¿Me das tu número de teléfono?, es que perdí el móvil y como no había guardado ningún número en la tarjeta SIM, perdí todos los contactos - inquieta pues podía notar la tensión de su compañero y de la forma en que la miraba, sabía lo que le hacía sentir a su amigo, pero la desesperación de que se lo confesara y no era así, con cada encuentro iba en aumento.

-Aahh, si claro - los nervios a flor de piel le hacían actuar más rápido de lo que quería su cuerpo, al intentar coger el móvil de su bolsillo, se le resbaló de los dedos cayendo al suelo - joder que patoso - se sonrojó agachándose inmediatamente a recogerlo, <<quieres tranquilizarte de una vez, estás haciendo el ridículo>>, intentando callar a esa vocecilla de dentro de sí, que no hacia más que empeorar las cosas.

-No pasa nada - le intentó tranquilizar con una sonrisa <<menudo tío del que te has enamorado, mejor sería que te buscarás otro>> - no te lo sabes de memoria? - añadió, lo que resultó ser otro golpe más en su orgullo de hombre, <<lo ves, ni había caído en ellos, ni sabe siquiera su número>>, intentando Ryan pasar de las regañinas de su conciencia sobre que chico le conviene.

-La verdad es que no - admitió avergonzado, buscó en sus contactos en la letra "Y", por el nombre de "Yo" y enseguida se lo dio a su amiga, <<¿pueden haber salido las cosas peor?>>, se preguntó, imaginándose a su Mario interior apretándose la cara con un cojín.

-Gracias, pues yo te llamo y quedamos, te parece bien? - le preguntó, recordando lo patoso que siempre había sido Mario desde pequeño y lo tímido e inseguro, <<vale, lo admito, algo mono si que es, pero ¿desde cuándo es la tía que planea las citas?, debería preguntartelo él, se que te gustaría que fuera así>>.

-Muy bien - le dijo secamente y con esa sonrisa forzada, pues ya ese día no podía haber metido más la pata y sólo deseaba que la tierra se lo tragase - saluda a tus padres de mi parte - añadió, <<creo que será mejor que te despidas y te vayas a casa a poner tus ideas en orden>>, y por una vez creía que era mejor hacer caso a su pesada vocecilla de Don Juan.

Ese silenció incómodo que tanto había querido evitar se había echo presente y se encontraba en medio de ellos, ambos se habían quedado mirando al otro con una sonrisa, aunque eran muchas las ganas de abrazarla como solía hacer siempre, esta vez en su interior estaba todo tan revuelto y confuso que no le pareció buena idea, después de esas torpes respuestas y sus ridículas maneras de actuar por dejarse llevar por los nervios, sólo deseaba llegar a casa y encerrarse a su habitación para disponerse a recordar y criticar su manera de ser.

-Bueno, hasta luego Mario - despidiéndose de él y suspirando por dentro, viendo lo duro que le resultaba poder conseguir que su compañero de la infancia se soltara aunque fuera un poquito, <<que es lo que te esperabas de alguien como Mario, es muy buen chico pero si no das tu el primer paso seguro que no pasará nada entre vosotros>>, podía ser qué su chica revoltosa y juguetona que escondía en su interior tuviera razón, debía ser ella la que diese el primer paso, <<o eso o es gay el pobre, si fuera así menudos gustos tendrías>>, gay?!, Mario?!...no, no era eso, estaba segura...almenos aun...digamos 60%.

Mario la vio bajar las escaleras y se sentía fatal por dentro y muy decepcionado consigo mismo, pues no entendía dónde se iba su valentía y corage por decirle las cosas a Ryan, su cuando la tenía al frente se acobardaba, <<si siguieras tus impulsos alguna vez, sabes que siempre te pasa lo mismo y sigues igual, si no te va a comer...y si no quieres acabar virgen el resto de tu vida más te vale espabilar>>, aunque odiaba que su Don Juan interior lo machacarse continuamente, razón no le faltaba, si quería de verdad a Ryan, tenía que cambiar esa forma de ser tan cerrada.


Siempre había estado enamorado de ella y siempre estaba esperando que fuera ella la que un día le pidiese por salir, pues tenía la absurda esperanza de que fuera igual de lanzada que lo era de pequeña, cuando le hizo prometer si se casaría con ella y él aceptó sin dudar, ¿se acoradaría de ese día que estaban en el parque jugando, de esa promesa que le hizo?, aunque era consciente de que a su edad no era todo tan fácil como lo era todo de pequeño, esa absurda promesa siempre le había animado a esperar que Ryan le confesara lo que sentía, pues él no se veía con corage para hacerlo ahora...<<por dios ese recuerdo no...madura de una vez...y ten cojones tal y como te dijo Jesús ayer>>...como envidiaba a su amigo, ojala hubiera nacido de la misma forma de ser, de esa seguridad que reluce siempre y que gusta tanto a numerosas chicas, sin importarle un rechazo, sin miedo a un no...aunque lo que les diferenciaba es que Jesús lo hacia como disfrute y nada más, él estaba enamorado.